sábado, 17 de diciembre de 2011

Wheel of pain

Ayer, después de salir del instituto -al menos los viernes, por una vez, es a las 11:15- me puse a callejear: compré la revista Qué Leer, pedí cita con el peluquero -todavía no sé si cambiar mi estilo de peinado, que causa tantas chanzas en algunos alumnos- y compré en el Mercadona.

En el reproductor de MP3, después de alguna vacilación, puse la banda sonora de Conan el Bárbaro, de la película original, desde luego. A los diez minutos, me había reconciliado con el mundo y la vida. ¡Qué maravilla! ¡Undr! Esta música, la película es como una sinfonía, en que todas las partes están relacionadas.



Como estaba triste, puse en modo repetición The Wheel of Pain: un símbolo de la vida humana, caminar sin descanso para no llegar a ningún lado. ¿Y si Conan nunca hubiera abandonado la rueda del dolor? ¿Y si hubiera imaginado todas sus aventuras: su carrera como gladiador, la muerte del asesino de sus padres, su coronación como rey de Aquilonia...?