miércoles, 30 de noviembre de 2011

Entrando en la cueva

El cromañón observa con aprensión la boca de la cueva. Tiene que entrar: Es muss sein. Pero no sabe lo que va a encontrar dentro. Quizá esté vacía o sólo sea refugio de algunos roedores, que se asustarán cuando le vean aparecer. Pero esas cuevas también suelen servir de refugio a seres más temibles, bestias feroces que no querrán ser arrancadas de su descanso.



Voy a entrar en la clase de 1º de E.S.O.

martes, 29 de noviembre de 2011

Shut the hell up!

Resulta ridículo, lo sé, tratar de enseñarles la época carolingia. ¿Para qué les sirve saber que Carlomagno derrotó a los sajones o que el Papa le coronó por sorpresa? (Lo curioso es que sospecho que la consejería cree que saber esas idioteces no sirve para nada.) ¿Cómo protestan ellos, alguno de ellos? Hablando, hablando por los codos, hablando sin parar.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Idiotizado

Uno de los cuentos recopilados por Carrière cuenta la historia de un poderoso visir que llamó a un maestro para que educara a su hijo, que no se destacaba precisamente por su inteligencia. Pasan los meses. Un día, el maestro se presenta al visir y le dice que su hijo sigue igual de idiota y que, además, le ha vuelto idiota a él.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Esse quam videri bonus malebat

He acabado el libro de Carrière: ¡magnífico! Todavía en la cama, he cogido La conjuración de Catilina. La sedición ha fracasado en la ciudad y algunos conjurados están en prisión. Hay que decidir qué hacer con ellos. César es clemente: que les quiten todos sus bienes y los encierren en la cárcel. Catón se muestra mucho más severo: pide la muerte de los sediciosos.

Salustio compara a los dos oradores. A pesar de su amistad por César, no ahorra alabanzas a Catón, que años después se pondría del lado de Pompeyo. Recuerdo aquello que escribió Lucano: "La causa de César plugo a los dioses; la de Pompeyo, a Catón". Tal vez, si Pompeyo hubiera sido el que trataba de hacerse con el poder en Roma al margen de las leyes, Catón habría elegido entonces a César.

Salustio acaba su descripción de Catón indicando que "prefería ser bueno a parecerlo". Al final, los Césares (o los Pompeyos) acaban imponiéndose, mientras que los Catones serán siempre derrotados.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Mañana de sábado

Cuando me desperté, mientras escuchaba (u oía) una tertulia radiofónica, leí varios periódicos digitales, borré el spam, que es lo único que recibo (están empeñados en que tengo problemas de erección), y descargué algunas decenas de libros.

A las diez, surgió la duda: ¿me vestía para salir o regresaba a la cama? Al final, volví a la cama. Todavía están pendientes los libros de Gredos, que voy atacando poco a poco, pero acabé eligiendo una recopilación de cuentos de Carrière, el que fue colaborador de Buñuel. Hacía... cinco años que no había releído este libro. La última vez fue en la navidad del 2006. Entonces, devoré casi una veintena de libros siguiendo un método curioso: cada nuevo libro debía estar relacionado, de alguna manera, con el anterior. Creo que antes de El círculo de los mentirosos había leído las memorias de Buñuel, y después, si mal no recuerdo, los Cuentos orientales de Yourcenar. Aquella fue una navidad que recuerdo con agrado.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Atropellado

Hoy ha visitado el centro una profesora que estuvo aquí el curso pasado. Que me despreciaba y que, a diferencia de otros, no trataba de disimularlo. He estado toda la mañana escondido, intentando evitarla, pero, ay, mi suerte, acabé topando con ella. Fue como chocar con un camello ciego.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Guayasamín

Contemplar los dibujos de Oswaldo Guayasamín me sirve de bálsamo, contemplar esas figuras que gimen, que gritan, que lloran: describen mi estado de ánimo habitual. Pase lo que pase, siempre estará Guayasamín para consolarme, es un cobijo para las desgracias, son retratos fidedignos de mi alma.



Guayasamín es el pintor de los agotes.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ordenanza

Mientras me encontraba atareado en el ordenador de la sala de profesores, preparando papeles que nadie leería y actividades que la mayoría de los alumnos no harían, ellos hablaban de la ordenanza. Reincorporada después de meses y meses de baja por depresión, no consigue, al parecer, realizar el trabajo que se espera de ella. Continuamente pregunta qué tiene que hacer, cómo tiene que hacerlo, cuándo tiene que hacerlo. Se han quejado a la consejería, pero les han dicho que aguanten, que esperen, que pronto nombrarán a un titular.

Ellos hablan, la critican, mientras que yo, invisible, sigo escribiendo actas, informes, programaciones inservibles.

martes, 22 de noviembre de 2011

Fotocopia

Me entrega una fotocopia.

-Esto ha venido hoy –me dice-. No sé por qué, ha llegado aquí.

El papel está a mi nombre. Quiero hacérselo notar, pero son casi las dos de la tarde, estoy cansado y tengo ganas de salir de allí. En casa, me espera una copiosa comida y un nuevo episodio de Terra Nova. Y, más tarde, el desastroso final de la sedición de Catilina.

-¿Quieres el original?

Miro a la administrativa sin decir nada. ¡El papel ha llegado a mi nombre! ¡Dámelo!

-De todos modos, si lo necesitas para algo, lo tenemos aquí.

Me despido y, aliviado, salgo del instituto: ha pasado otro día.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Biblioteca Clásica Gredos

Me acaba de llegar un paquete de libros, cuatro tomos de la Biblioteca Clásica Gredos. Lo he abierto con devoción casi religiosa: los estaba esperando desde hacía algunas semanas. En mis años universitarios, cuando me gustaba leer clásicos griegos y romanos, estos volúmenes me resultaban caros, dispendiosos; tenía que conformarme con libros de bolsillo. Luego, durante mucho tiempo, abandoné estas lecturas: me parecía más importante mantenerme al tanto de la actualidad literaria. Ahora que tengo más dinero y que, sobre todo, acabo de comprar una nueva estantería, he vuelto a los clásicos de Grecia y Roma.

Los libros que me han llegado son las Epístolas morales a Lucilio, las obras de Salustio y las Historias curiosas de Claudio Eliano. Excepto éste último, ya los he leído los otros libros dos o tres veces. Séneca y Catilina fueron muy importantes en algún momento de mi vida. Ahora tengo que releer libros de filosofía, porque, como decía Shakespeare, es el bálsamo de la adversidad.



¿Qué pensarían estos autores, releídos, admirados durante siglos, si supieran que en esta época sólo se ocupa de ellos un pobre agote?

domingo, 20 de noviembre de 2011

Génesis 2, 18

Hoy he entrado en una página de contactos. Soy muy escéptico sobre los resultados. No sé si conseguiré encontrar a alguien... No, no encontraré a nadie: las mujeres que me gustan a mí, me desprecian; todas las mujeres me desprecian.

Rubaljoy

Hace tres años, cuando se celebraron las últimas elecciones generales, estaba tan preocupado por lo que anunciaban las encuestas que, a diferencia de lo que se había convertido en una costumbre, esperar a que cerraran los colegios para ver los resultados y seguir los comentarios de los tertulianos, me fui al cine. Vi 30 días de oscuridad, un título premonitorio para lo que iba a ocurrir.

Ahora, las encuestas, todas las encuestas pronostican la mayoría absoluta del PP. Su victoria traerá esto: el menosprecio de la educación pública. Los socialistas se han limitado a despreciar la educación.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Escribir

Por costumbre, desde hace años compro dos o tres revistas literarias, acudo al quiosco para adquirir El Mundo y El País los viernes y los sábados, los días que traen suplementos literarios. Últimamente, empero, no los leo, me limito a hojearlos, muy rápidamente: resulta penoso encontrarse con decenas y decenas de libros que parecen interesantes pero que nunca pasarán por mis manos y, ay, es doloroso encontrarse a más y más escritores de mi edad que ya han escrito media docena de novelas, a cuentistas mucho más jóvenes que ya han publicado. Hoy, en Babelia, aparecían dieciséis jóvenes escritores hispanoamericanos prometedores, consagrados.

¿Y yo? No he publicado nada. No he escrito nada. Sufro agrafía: imagino tramas interesantes que por desidia no desarrollo, comienzo cuentos prometedores que luego me niego a terminar, que no reviso. Me consuelo pensando en novelistas que comenzaron a publicar tarde: Chandler, Saramago, Landero. Sí, hay muchos escritores que no publicaron nada hasta haber cumplido los cuarenta. Ahora, no paro de pensar en Bufalino, que sacó su primer libro cuanto tenía 61 años, un primer libro maravilloso, como todos los suyos. Tendré que conformarme con ser un Bufalino. O esperar unos años más, la jubilación, para escribir algo, para publicar.



Por otra parte, Chamfort recomendaba no publicar nada.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Sumidero de cocina

Marcel Schwob:

Se sentía tan falto de todo que hubo momentos en que hubiera preferido ser sumidero de cocina. "Algo -se dijo- a lo que bien se podría aspirar,"



Yo soy menos que un sumidero de cocina.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Stalingrado

Cuando termino las clases los miércoles, me siento como un soldado alemán en Stalingrado, como se siente cualquiera cuyo esfuerzo es completamente inútil. Pero hay que seguir, continuar, no detenerse. Como decían los soldados iberos: seremos aplastados, pero no nos rendiremos.

martes, 15 de noviembre de 2011

El ganador del certamen literario

Hoy, en el periódico local, entrevistaban al ganador de un certamen literario al que estuve a punto de presentarme. Si no lo hice, fue porque, cuando se cerraba el plazo de enviar el relato, estaba pasando por una etapa hipercrítica. (Sigo sin reconocer que carezco de talento.) El ganador del certamen para el que yo no tuve valor de presentarme confiesa en la entrevista que él no participa en los concursos literarios para ampliar su currículo, sino para ganar dinero. Sólo por el dinero…

lunes, 14 de noviembre de 2011

Génesis 3, 19

Día largo.

Por la mañana, tres horas de clase. Insoportables. Para mi desgracia, cuando faltaban diez minutos, una alumna me ha dicho que mi obligación era soportarla. Ha sido la gota que ha colmado el vaso: se había pasado tres cuartos de hora hablando, cantando, levantándose, acusándome de racista, pues al parecer es un comportamiento racista pedirle que se permaneciera en silencio. Ah, la guardia de recreo. ¿Quién se inventaría las guardias de recreo?

Cuando he salido del instituto, he ido a la capital, para acompañar a madre al hospital: no sabía nada de la operación de padre, que hace dos semanas era urgentísima. La médica nos ha dicho que estaba a punto de llamar, que la operación será el jueves. Me hubiera gustado preguntarle algo más, pero tenía prisa.

He acompañado a madre a casa y he comido allí.

Por la tarde, reunión de equipos educativos. Yo, enfadado después de lo que pasó el viernes, como Yago, no he abierto la boca, no he dicho nada. Me resultan tan pesadas estas reuniones. A las seis y media, cuando íbamos a empezar con 1º B, he tenido que marcharme porque tenía cita con el médico. Cuando ha visto los resultados, me ha dicho que, después de todo, los análisis no han salido tan mal, que debo tratar de caminar cada día.

Cuando he llegado a casa, la camisa se me pegaba al cuerpo, estaba sudando. Sudo mucho, no hay nada que pueda hacer al respecto, incluso en un frío y lluvioso día como ha sido hoy.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La soledad

La soledad corroe, y a veces es dolorosa, muy dolorosa. Aunque lo contrario casi siempre es peor.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Océanos de fuego

Los siete días han sido tan tristes y funestos que sólo esperaba la oportunidad de desquitarme con un fin de semana tranquilo, encerrado en casa: algunos buenos libros, dos o tres episodios de las series que sigo y cuatro o cinco películas.

Para el mediodía del sábado me decidí por una película épica, Océanos de fuego. No la había visto cuando la estrenaron en los cines y sentía curiosidad. Viggo Mortensen es uno de los pocos actores actuales que realmente me gustan: Strider, Tom Stall, el padre de La carretera, Nikolai, Alatriste...

La película fue decepcionante. La trama, increíble. El desenlace, ridículo: una carrera de cinco mil kilómetros que se decide en el último segundo. O quizá no me gustó porque en estos tiempos no tengo humor para nada...



En fin, lo único bueno de la película fue Zuleikha Robinson. Hermosísima.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Lord Jim

Siempre me alcanza, es inevitable. Lo llevaba esperando desde hace mucho tiempo y llegó, quizá en el peor momento.

Fue la jefa de estudios. Yo había esperado al director, pero este me desprecia demasiado: hace años que no cruza una palabra conmigo.

Me hablo de mis problemas... Traté de excusarme. Pero no había excusa. Tenía razón: soy un inútil.



Hubo una coda. Más tarde fui al centro comercial: tenía que comprar pan, leche, azúcar, comida necesaria para la siguiente semana, y llenar el depósito. Al poco de entrar en el hipermercado vi a la antigua jefa de estudios del C... Simplemente, podría olvidarme, pero, a diferencia de otros, me odia, y habla mal de mí a otros antiguos compañeros.

Cuando la vi, mi primera intención fue huir del hipermercado, pero ya he dicho que necesitaba comprar. Desde luego, cada vez que me adentraba en un pasillo tenía más miedo que un solitario soldado alemán en la retaguardia del frente oriental.

martes, 8 de noviembre de 2011

La 5ª de Chaikovski

La 5ª de Chaikovski, una sinfonía triste para este triste momento.

viernes, 4 de noviembre de 2011

221 mg/dL

Esta mañana he recogido los resultados de los análisis. Apresuradamente, he buscado la prueba de colesterol: 221 mg/dL. Los valores normales se encuentran entre 130 y 220. En fin, tengo hipocolesterolemia.

Hace tres meses, comencé a comer menos. En este tiempo, he bajado siete kilos. Creía que sería suficiente para reducir el colesterol, que unos análisis del año pasado situaban por encima de 230 mg/dL; la cifra exacta no la sé porque arrojé los resultados a la basura.

Ahora tendré que cuidarme... ¿Cuidarme? ¿Para qué?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Cincuenta céntimos

Son las nueve y veinticinco. Llego al trabajo adormilado. ¡La máquina de café! La máquina de café será mi salvadora. Un café con leche me despejará. Echo una moneda de dos euros. La máquina me devuelve dos monedas de cincuenta. Faltan cincuenta céntimos. Toco todos los botones, pero no hay solución: la máquina se ha quedado con medio euro.

A la siguiente hora, en el recreo, un profesor se jacta de que acaba de echarle a la máquina una moneda de euro y de que ésta le ha devuelto dos de cincuenta céntimos. Engreído, se jacta de su suerte.

-Me he tomado el café gratis -les dice a todos.

Estoy a punto de decirle algo, pero prefiero continuar callado. Este es el tipo de cosas que siempre me ocurren a mí. Mi mala suerte. Ni siquiera sería un consuelo pegarle una patada a la máquina de café: dependo tanto de ella.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gatos y perros

Me gustaría tener un perro, un pequeño perro que se alegrara cuando llegara del trabajo, que corriera entre mis piernas, que se subiera sobre mis rodillas cuando estuviera viendo la tele, que arañara por las mañanas la puerta de mi dormitorio. Pero me temo que mi piso es minúsculo y, ¿a quién voy a engañar?, si malamente me ocupo de mí mismo, ¿cómo podría cuidar de un perro? Tener que sacarlo todos los días varias veces, alimentarle, llevarle al veterinario, lavarlo...

Me las apañaría mejor con un minino: los gatos se encargan ellos mismos de asearse, supongo, y buscan su propia comida. Al parecer, se pasan dormidos todo el día; sospecho que llevan el tipo de vida que les gustaría llevar a muchos humanos.


martes, 1 de noviembre de 2011

Todos los santos

Se había convertido en una costumbre acompañar a mis padres al cementerio, ayudar a madre a poner la escalera para alcanzar el nicho de la abuela, llevar las flores, encender las velas. Pero este año me he quedado en casa, leyendo, descansando.

Me hubiera gustado sobre todo visitar la tumba de mi tía, muerta con 35 años, con menos edad de la que tengo yo ahora. Ella, enferma desde que era niña, sólo vivía a través de sus sobrinos. Quizá esperara mucho de mí, su favorito; sin duda, la habré decepcionado.