martes, 1 de noviembre de 2011

Todos los santos

Se había convertido en una costumbre acompañar a mis padres al cementerio, ayudar a madre a poner la escalera para alcanzar el nicho de la abuela, llevar las flores, encender las velas. Pero este año me he quedado en casa, leyendo, descansando.

Me hubiera gustado sobre todo visitar la tumba de mi tía, muerta con 35 años, con menos edad de la que tengo yo ahora. Ella, enferma desde que era niña, sólo vivía a través de sus sobrinos. Quizá esperara mucho de mí, su favorito; sin duda, la habré decepcionado.