miércoles, 16 de noviembre de 2011

Stalingrado

Cuando termino las clases los miércoles, me siento como un soldado alemán en Stalingrado, como se siente cualquiera cuyo esfuerzo es completamente inútil. Pero hay que seguir, continuar, no detenerse. Como decían los soldados iberos: seremos aplastados, pero no nos rendiremos.