sábado, 19 de noviembre de 2011

Escribir

Por costumbre, desde hace años compro dos o tres revistas literarias, acudo al quiosco para adquirir El Mundo y El País los viernes y los sábados, los días que traen suplementos literarios. Últimamente, empero, no los leo, me limito a hojearlos, muy rápidamente: resulta penoso encontrarse con decenas y decenas de libros que parecen interesantes pero que nunca pasarán por mis manos y, ay, es doloroso encontrarse a más y más escritores de mi edad que ya han escrito media docena de novelas, a cuentistas mucho más jóvenes que ya han publicado. Hoy, en Babelia, aparecían dieciséis jóvenes escritores hispanoamericanos prometedores, consagrados.

¿Y yo? No he publicado nada. No he escrito nada. Sufro agrafía: imagino tramas interesantes que por desidia no desarrollo, comienzo cuentos prometedores que luego me niego a terminar, que no reviso. Me consuelo pensando en novelistas que comenzaron a publicar tarde: Chandler, Saramago, Landero. Sí, hay muchos escritores que no publicaron nada hasta haber cumplido los cuarenta. Ahora, no paro de pensar en Bufalino, que sacó su primer libro cuanto tenía 61 años, un primer libro maravilloso, como todos los suyos. Tendré que conformarme con ser un Bufalino. O esperar unos años más, la jubilación, para escribir algo, para publicar.



Por otra parte, Chamfort recomendaba no publicar nada.