
Casi 30 años de gobiernos del PSOE en Andalucía provocan estas cosas. Durante todos estos años, se ha tratado de imponer una sociotopía: oficialmente, Andalucía es una región moderna, activa, avanzada socialmente, desarrollada. La realidad es otra: Andalucía se encuentra entre las regiones más pobres de Europa, un apéndice de África al sur de la U.E., un territorio lleno de contrastes entre la pobreza y la pobreza más absoluta, en el que la Junta de Andalucía ha tratado de desarrollar un orgullo ridículo de miserables.
Y se levanta un revuelo cuando un político catalán, Duran i Lleida, dice que los andaluces se pasan el día en la barra de una taberna, o cuando el hijo de la duquesa de Alba indica que los jornaleros, apalancados en el PER, no quieren trabajar.
En fin, yo soy andaluz, no soy noble sino un mero agote y no me gustan ni las tabernas ni los partidos de polo, y creo que puedo decirlo con un poco de autoridad: esta Andalucía es un albañal.