sábado, 10 de diciembre de 2011

Dioses y capullos

Estoy enfrascado en la lectura de la biografía de Steve Jobs. Resulta una figura atrayente, aunque, en el trato personal, era despreciable. Era despreciable. Cuando murió, se multiplicaron los reportajes laudatorios: el éxito, como siempre, hace que se perdone todo. Un curioso artículo, incluso, trataba de justificar todo lo que había hecho Jobs en su vida: no reconocer a su hija, engañar a Wozniak, tratar a sus empleados como basura...

Atkinson, el diseñador del Mac, indica que en Apple había dos categorías de empleados: los dioses y los capullos. A los dioses, que vivían subidos en un pedestal, se les permitía todo, eran los únicos en ser valorados. Los capullos, por el contrario, trabajaban duro, pero nadie agradecía su esfuerzo; permanecían en la sombra, a la sombra de los dioses.



Los agotes, desde luego, pertenecemos a la categoría de los capullos.