miércoles, 11 de abril de 2012

¡Se acabó el trabajo!

Acabo de regresar. El rato que he pasado en el coche ha conseguido calmarme. ¡Se acabó el trabajo! ¡Ya no tendré que ir nunca más! I quit!

Ayer, el dichoso alumno se acercó a mí y me preguntó:

-Maestro, ¿qué es lo que te pasó ayer en el parabrisas?

-Nada que yo sepa -le respondí.

Hoy ha seguido con lo mismo. Y yo, ay, no tengo la paciencia que se le atribuye a Epicteto. Cuando menos lo esperábamos, él y yo, he estallado. Le he lanzado al suelo, le he gritado.

Lo demás: me he ido, simplemente me he ido. No pienso volver. Decía Marco Aurelio que había enseñarles o soportarlos. Está claro que yo no puedo enseñarles, y desde luego no los soporto. No los soporto.