
Paseaba tranquilamente por el centro de Madrid, con su familia, cuando una bala le alcanzó en el ojo izquierdo, que explotó. Un policía municipal estaba tratando de reducir a un hombre que empuñaba un cuchillo.
Hace unos días se celebró el juicio: el policía municipal ha sido absuelto. Se puede pensar que actuó correctamente, pues, después de todo, se estaba enfrentado a un criminal. Lo más curioso de la sentencia, es que no se concede ninguna indemnización a pobre viandante, Antonio Castro Pimentel, un carpintero de Córdoba que no ha podido trabajar desde entonces y que, como autónomo, ha tenido que asumir todos los gastos médicos. Falto de medios, ni siquiera ha podido recurrir la sentencia: sólo los ricos pueden recurrir.
Antonio Castro se hallaba en Madrid visitando una feria de muestras de ventanas. Iba a tomarse un refresco en una terraza de la calle Arenal. Una bala perdida se llevó su vida.