jueves, 27 de octubre de 2011

Otro día

Derrotado, me voy a la cama. Allí me espera el grueso volumen de Heródoto, que servirá para que me olvide del día de hoy, otro día horrible. Los libros nunca decepcionan y sus sorpresas suelen ser agradables; son lo más parecido al paraíso que voy a tener jamás. Ojalá Heródoto no se acabara nunca; desafortunadamente, Temístocles está cerca de derrotar a los medos en Salamina. El rey persa, impotente, observa la batalla desde lo alto de una colina, contempla como sus barcos son aplastados por los barcos griegos.