sábado, 22 de octubre de 2011

El hijo de Gadafi

Bebe agua, sostiene en su mano izquierda un cansado cigarrillo. La camiseta manchada de sangre. Suya o de los soldados de su padre. Da la sensación de que ha realizado un gran esfuerzo y que ahora descansa, un bien merecido descanso. No, no le han golpeado como a su padre. Pero también ha muerto. ¿Sabía que lo iban a matar? Si así fue, supo aceptar su destino con serenidad, mucha más de la mostrada por su padre, que rogó a sus captores, que suplicó que no le mataran.