viernes, 7 de octubre de 2011

La suerte en tus manos

Necesito algo que me dé fuerzas para poder alcanzar los viernes: la semana es muy larga, demasiado. Hace unos meses, zapeando, encontré este programa. Iba a quitarlo enseguida pues yo, desde luego, no juego a la lotería: pierdo siempre y hago perder a la gente. Sí, soy un gafe; estropeo todo lo que toco.

Fue una iluminación encontrar a Silvia Salgado. Llevaba una minifalda escandalosa, y no dejaba de sonreír. Pensé durante un momento que era una de esas jovencillas que dejan de aparecer después de cuatro o cinco años; sin embargo, buscando información sobre ella, descubrí que tenía mi edad.

Durante el verano, Silvia Salgado desapareció de la pantalla y la sustituyó una presentadora mucho más joven. Siempre que pasa eso me asusto un poco, pues nunca está asegurado que los programas o los presentadores vuelvan después del verano. Pero ella regresó, con la misma sonrisa de siempre y el mismo gusto por las faldas cortas.

A veces pienso con tristeza en ella –soy demasiado dado a la tristeza. Todo su trabajo es salir veinte minutos en un programa en La 2, que nadie ve, que sólo ven unos pocos irritados ludópatas para apuntar unos números de lotería. Quién sabe, quizá cuando gane el PP la coloquen en otro programa un poco mejor y pongan aquí a Pepa Bueno. Quizá la echen, y también echen a Pepa Bueno.

(Ella es tan diferente a Pepa Bueno: ésta tiene un punto de dureza, de amargura; Silvia Salgado parece tan dulce.)

La promesa de los viernes. Soporto la semana para poder verla. Durante veinte minutos...