domingo, 17 de junio de 2012

Dinero de boda

Nos dieron sobres para meter el dinero. Eran sobres prefranqueados, sobres usados, que todavía conservaban los sellos; incluso vi un sobre de correo aéreo. El mío era un sobre con ventana. Lo observé mientras decidía la cantidad que les entregaría. En mi mesa, nadie se escondía: estaban introduciendo billetes de cincuenta. ¿Habían decidido todos dar esa cantidad? ¿Serían suficientes cincuenta euros? La comida no había sido nada del otro mundo, pero seguro que el cubierto había costado más de cincuenta euros. Desde luego, no me llevaba bien con ella. Si les entregaba poco dinero, pensarían que me estaba intentando vengar o algo así, pero si les entregaba cien euros, como había sido mi primera intención, quizá me tomarían por tonto, por idiota.