–¿Te pasa algo?
–No, no, nada.
–¿Qué estabas haciendo?
–Nada.
–Vamos, déjame entrar. Tengo que…
–Espera que salga.
–No, no. Quédate. Cuando entran las ganas…
–…
–En fin, esto se acaba.
–Sí. Te voy a echar mucho de menos.
–Yo también.
–No, no puede compararse. Cada vez que te veía aparecer por la mañana me alegrabas el día.
–¡Qué cosas dices!
–No, es verdad. Trataba de imaginar lo que te habías puesto. Una falda, un vestido, pantalones. Hoy vienes preciosa. Ese vestido te sienta muy bien.
–Déjame, quiero salir.
–Y ahora todo acabará. Nunca más nos veremos.
–Tengo que salir.
–…
–Vamos. Déjame salir.
–Pasa.
–No te pongas tan triste.
–No, no, nada.
–¿Qué estabas haciendo?
–Nada.
–Vamos, déjame entrar. Tengo que…
–Espera que salga.
–No, no. Quédate. Cuando entran las ganas…
–…
–En fin, esto se acaba.
–Sí. Te voy a echar mucho de menos.
–Yo también.
–No, no puede compararse. Cada vez que te veía aparecer por la mañana me alegrabas el día.
–¡Qué cosas dices!
–No, es verdad. Trataba de imaginar lo que te habías puesto. Una falda, un vestido, pantalones. Hoy vienes preciosa. Ese vestido te sienta muy bien.
–Déjame, quiero salir.
–Y ahora todo acabará. Nunca más nos veremos.
–Tengo que salir.
–…
–Vamos. Déjame salir.
–Pasa.
–No te pongas tan triste.