Te queda por lo tanto permanecer junto al brasero –la temperatura es muy baja- y ver la tele, zapear, recorrer los canales de la TDT, sin ver nada. Podrías pasar una vida así, pasando de un canal a otro, dejando pasar el tiempo.
Zapear te permite sortear los momentos de aburrimiento, los anuncios repetitivos, las promociones de colchones –siempre una mujer sentada– o de fajas reductoras, la visión de una bicha tragándose un pobre ratón, que sigue vivo todo el proceso. Permite pasar de Los Ángeles a una aldea de Tailandia, al Japón del siglo XVI, al exterior de la casa de un famoso, al decorado irreal de una irreal telenovela venezolana, al despacho oval, a la cabaña de un ndebele.
Como si hubiera tiempo para todo.
Zapear te permite sortear los momentos de aburrimiento, los anuncios repetitivos, las promociones de colchones –siempre una mujer sentada– o de fajas reductoras, la visión de una bicha tragándose un pobre ratón, que sigue vivo todo el proceso. Permite pasar de Los Ángeles a una aldea de Tailandia, al Japón del siglo XVI, al exterior de la casa de un famoso, al decorado irreal de una irreal telenovela venezolana, al despacho oval, a la cabaña de un ndebele.
Como si hubiera tiempo para todo.