Leo la biografía de Pilar Miró. La sensación de fracaso de una vida, de cualquier vida. Los constantes fracasos que se tienen.
Me doy cuenta de que, leyendo sobre la vida de Pilar Miró, en modo alguno una fracasada, no puedo dejar de pensar en la mía.
La mejor película de ella es, sin duda, El crimen de Cuenca. Esos pobres desgraciados, que tanto se parecen a mí, acusados de un crimen que ni siquiera existió. Pertenecemos a esa clase de personas culpables desde antes de nacer.