Mal día para cortarme el pelo, pero lo tenía muy largo, más de lo que acostumbro: por las mañanas, cuando me contemplaba en el espejo, casi no reconocía al tipo que me miraba.
Así que esta mañana he ido a la peluquería. Mientras el peluquero atacaba mi melena gris, otro cliente esperaba. Comenzaron a hablar. El otro cliente dijo que se iba a la sierra, que le gustaba el senderismo, que no soportaba la ciudad y las procesiones y los bares abarrotados. El peluquero, por su parte, indicó que por la mañana se marcharía a la costa.
-¿Qué vas a hacer tú estos días? -me preguntó.
¿Yo? Nada. Ver series de televisión, leer. Pensar en que hay escritores que acaban un libro en siete días. Descansar.
No, no respondí.