Por la acera, directo hacia mí, el jefe de estudios del IES T***. Me había dado clase, casi treinta años atrás, y luego, durante un aciago curso escolar, fue mi compañero. Hundí la mirada en la punta de mis zapatos, como dice Aristófanes que hacían los avergonzados espartanos de Esfacteria.
-Se ha quedado mirándote -me dijo mi amigo.