Hoy me ha llegado por internet la nómina. En el apartado de atrasos, aparece el llamado Incentivo Rendimiento Funcionario. Seiscientos euros, a los que se aplican los correspondientes impuestos; casi quinientos euros netos. Es una cantidad que a lo largo de decenas de años, la consejería de Educación se ha ido ahorrando no ajustando la subida de sueldos a la inflación y que ahora entrega por medio de un incentivo siempre que se mejoren los rendimientos escolares. No el salario del miedo del que hablaba el libro, sino el salario de la vergüenza.
Y alguien, en Torre Triana, con una sonrisa de oreja a oreja.