Una de aquellas cosas se movía. Encendiste la luz y te diste cuenta de que eran una especie de gusanos, enormes, monstruosos, blancos. Rápidamente buscaste el cepillo de la cocina y los empujaste por el agujero del desagüe. En la pared había un bicho aún más grande, marrón, cubierto de pelos. Quizá, el que ponía los huevos. Lo empujaste al suelo y lo aplastaste. Dejó una marca oscura en el suelo cuando lo empujaste por el desagüe.
Decidiste fregar el cuarto de baño con lejía, pero no te queda, no tienes en casa. Nada de lejía. Tendrías que salir para conseguirla, vestirte, quizá encontrarte con alguien en la calle. No sabes si odias más que aquellos monstruosos gusanos reaparezcan o tener un mal encuentro en la calle.